Es parte del aprendizaje de la vida, para sufrir cada vez menos lesiones con el tiempo. Los adultos tienen menos arañazos y rasguños que los niños. En la infancia aprendemos que los errores conducen al dolor, y queremos evitar eso. En algún momento, el efecto de aprendizaje disminuye, y la seguridad personal parece estancarse. Nos consideramos “suficientemente seguros”. Aunque todavía aprendemos como adultos, los efectos son mucho menos sostenibles y el proceso lleva más tiempo. En este artículo explicamos por qué a menudo sobreestimamos nuestras propias habilidades de seguridad, y cómo podemos cambiar eso.
Sobreestimando nuestra seguridad personal
Básicamente, el desarrollo de nuestra seguridad personal es enorme: nuestro promedio de aproximadamente 6 a 12 lesiones en la infancia, disminuye drásticamente hasta que alcanzamos la edad adulta. Como resultado, nos conformamos con unas 20 lesiones por año. Por lo tanto, la curva de aprendizaje no es infinita, porque si así fuera nos lesionaríamos cada vez menos y al final ya no habría más lesiones. Este no es el caso, aunque nos gustase eso. En cambio, nos encontramos en una especie de equilibrio personal de seguridad, lesiones y dolor.
Herirse con menos frecuencia no significa que ya se comporte lo suficientemente seguro.
Tenemos aproximadamente 10 lesiones por semana, en comparación con el mismo número en todo el año. Creemos que estamos lo suficientemente seguros, sin embargo, esto nos hace más propensos a sobreestimar nuestra seguridad personal dramáticamente, porque incluso si nos lesionamos menos, olvidamos tres aspectos claves que configuran nuestra seguridad personal.
1. En la edad adulta sufrimos menos lesiones, pero estas son más graves.
Cuando éramos niños, caernos del patinete significaba algunos rasguños, y un moretón en la rodilla. Caerse de un andamio, sin embargo, puede ser fatal. De hecho, las caídas desde un nivel más alto son la categoría de accidentes no. 1, que conducen a las consecuencias más graves. Esto se aplica tanto a los accidentes en el trabajo, como a las actividades en el hogar y en la carretera: las caídas de escalera, al recoger cerezas o al limpiar ventanas, montando la bicicleta o caminando sobre hielo negro, a menudo causan lesiones graves o incluso la muerte.
2. A partir de los 45 años, las tasas de accidentes vuelven a aumentar.
A través de la práctica, nos volvemos más tranquilos y más atentos. Las lesiones ocurren con menos frecuencia, y nosotros nos lesionamos menos. Un efecto secundario negativo de esta experiencia, es que tendemos a ser autocomplacientes con el aumento de la rutina y quizás incluso multitarea. Nuestra seguridad personal depende de inmediato de nuestra atención. Eso se resume a si tenemos nuestros ojos y nuestra mente en la actividad o no.
3. La rutina sugiere que estamos lo suficientemente seguros, lo que aumenta los riesgos.
Si nos acostumbramos a movernos continuamente en situaciones peligrosas, la conciencia del peligro pasa a un segundo plano. El riesgo real al tratar con sustancias corrosivas peligrosas, por ejemplo, sigue siendo el mismo. Si este es el caso, la habituación se convierte en un riesgo a medida que el riesgo se vuelve “normal”. Incluso las actividades no peligrosas, repentinamente conllevan graves riesgos de seguridad debido a la falta de atención. Como resultado, no necesariamente nos lesionamos más con el aumento de la experiencia. Más bien, corremos el riesgo de lesionarnos más a menudo, y algunas veces de forma más grave.
Reducir las cifras de lesiones: Una tarea (aprendizaje) de toda la vida.
A pesar de la capacitación en seguridad ocupacional, los empleados continúan contrayendo lesiones relacionadas con el trabajo y están en licencia por enfermedad por largos períodos de tiempo. En 9 de cada 10 casos, al menos uno de los siguientes estados está presente:
- Prisa
- Cansancio
- Frustración
- Autocomplacencia.
Todos pasamos por estos estados varias veces al día, y nos volvemos más propensos a los errores que pueden provocar accidentes, sin embargo, si desarrollamos una conciencia de estas condiciones, podremos reconocer los peligros a tiempo, reaccionar adecuadamente y evitar accidentes. Esto significa que la tarea es estar presente en el momento decisivo, y responder a estos estados. Al fin y al cabo, el comportamiento seguro es una habilidad que podemos aprender y que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas.
Si está interesado en obtener más información sobre qué patrón hay detrás de los errores potencialmente de gran alcance, y sobre lo que puede hacer para prevenirlos y comportarse de manera sostenible, consulte nuestro folleto informativo aquí o en nuestra página Implementación de SafeStart. También nos será un placer responder a sus preguntas personalmente, por ejemplo, en una presentación gratuita online. Para preguntas, sugerencias y comentarios de todo tipo, no dude en contactarnos en cualquier momento.
Las lesiones también pueden reducirse en adultos: ¡No se conforme, busque el equilibrio en la seguridad!
(Imagen: © Daisy Daisy | stock.adobe.com)