#2 – Las tres fuentes principales de eventos inesperados
El punto crítico es darse cuenta de que, en términos lógicos, solo puede haber tres fuentes de eventos inesperados: 1) Usted mismo hace algo inesperado. 2) Alguien más hace algo inesperado. 3) Algo inesperado sucede sin ser activado por nadie en particular.
En la segunda entrega de esta serie, el fundador y CEO de SafeStart analiza factores imprevistos en accidentes y lesiones. El siguiente texto investiga la pregunta sobre a qué tipo de factores determinantes nos estamos enfrentando cuando ocurren accidentes y lesiones. Después de todo, además de las medidas relacionadas con la seguridad en el área de gestión de seguridad corporativa, el factor clave recae en la persona en sí. Cada individuo tiene un impacto mucho mayor sobre su propia seguridad de lo que muchos de nosotros imaginamos. ¿Entonces qué es lo que hay que hacer?
Comencemos con una declaración de hecho que se ha pasado por alto demasiado tiempo en la gestión de seguridad tradicional: el factor clave recae en la persona. Cada individuo tiene un impacto mucho mayor sobre su propia seguridad de lo que muchos de nosotros estamos conscientes. Suena simple ¿verdad? y sin embargo, las consecuencias son innovadoras.
Los lectores del artículo anterior recordarán que nuestro primer cambio de paradigma se centró en la diferencia entre los peligros y la energía peligrosa. Esta distinción se debió principalmente al resultado de los análisis de accidentes y llamadas de emergencia: reveló que incluso los objetos estáticos representan un peligro (potencial), especialmente cuando una persona en movimiento lo golpea o se estrella contra él.
Todos conocemos los peligros, porque los enfoques tradicionales a menudo se centran exclusivamente en las fuentes de peligros en sí mismas, pero la experiencia muestra que este análisis centrado en el riesgo es insuficiente porque los seres humanos, a través del movimiento, aportan energía adicional a cada situación. Por eso es vital tener siempre nuestros ojos y nuestra mente en la actividad que se desarrolla. Si no lo hacemos, entonces la energía peligrosa se convierte en el factor principal. Incluso los breves momentos de falta de atención aumentan los riesgos en juego. Esto es aún más importante cuando las personas están en movimiento, o algo se está moviendo en su entorno, como máquinas o vehículos.
Cuando se trata de localizar una falla después de un incidente, tendemos a pensar que debe haber ocurrido debido a un error de otra persona o algún mal funcionamiento mecánico o electrónico. Una cosa de la que podemos estar seguros es que nadie se propone hacerse daño en el trabajo o causar daños sustanciales: tiene que haber ocurrido algo inesperado que provocó el accidente. A través de una reacción en cadena, una configuración inicialmente inofensiva puede convertirse rápidamente en una situación peligrosa. Ya sea compleja o simple, la gravedad de las lesiones accidentales por lo general dependen de la cantidad de energía peligrosa involucrada. (La suerte también, sea buena o mala, puede jugar un papel importante.)
Nuevamente, el enfoque tradicional lleva a la mayoría de los expertos en seguridad a centrarse en los factores obvios que influyen, por ejemplo, si las personas involucradas llevaban equipo de protección o los procesos obligatorios eran defectuosos, sin embargo, al hacerlo, se centran en los detalles de un solo incidente específico, que es solo un escenario posible de muchos. Peor aún: esta estrategia está destinada a pasar por alto el papel de la gran influencia del individuo y su estado en el momento del evento.
TRES FUENTES PRINCIPALES DE EVENTOS INESPERADOS
Asumir que nadie “planea” infligirse una lesión a sí mismo, a su vez, significa que algo imprevisible ha sucedido, pero ¿cuáles son las causas iniciales? Entonces, abordemos el problema de una manera diferente. El punto crítico es darse cuenta de que, en términos lógicos, solo puede haber tres fuentes de eventos inesperados: 1) Usted mismo hace algo inesperado (por ejemplo, se duerme rápidamente). 2) Alguien más hace algo inesperado (por ejemplo, se vuelca sobre un palé lleno con un montacargas). 3) Algo inesperado sucede sin ser activado por nadie en particular (por ejemplo, una cuerda se deshilacha y se rompe; ver Figura 1).
Hay muchas ideas erróneas acerca de la distribución de estas fuentes de eventos inesperados. Afortunadamente, el siguiente ejercicio puede disiparlas.
Como mejor se aprende es a través de la propia experiencia. Piense en su experiencia personal de lesiones, desde fracturas hasta golpes, a lo largo de su vida. Si se agruparan en los tres tipos de causas ¿qué porcentaje fueron causados por usted mismo, qué porcentaje por otros y qué porcentaje por un evento sin participación humana? Si planteamos las mismas preguntas a todos los empleados de su empresa, ¿qué responderían?
Ahora, que ha pensado en las lesiones que ha tenido hasta ahora en el ejercicio anterior, ¿cuántas fueron causadas por un mal funcionamiento inesperado de algún dispositivo? Cuando llegamos a hablar sobre estas preguntas, los resultados son sorprendentes.
La reflexión muestra que un evento no humano, como un mal funcionamiento de la nada, rara vez es la razón de tal evento. Cuando preguntamos acerca de esta categoría durante nuestras sesiones en vivo, generalmente solo hay un puñado de participantes, en una sala de 100 personas, que levanta la mano. En cambio, tal vez diez personas levantarán la mano si preguntan acerca de la segunda fuente de lo inesperado, otras personas, sin embargo, de éstos, pocos podrán dar más de un solo ejemplo. Podemos excluir lesiones en los deportes de contacto, dado que el objetivo del oponente es derrotarle y posiblemente lastimarle, uno no puede realmente tratarlos como “inesperados”. Eso deja la primera de las tres fuentes que identificamos: uno mismo. Aquí encontramos la fuente de la gran mayoría de los accidentes: 85-95 por ciento. Otras causas de accidentes son comparativamente raras.
La mayoría de la gente piensa (o ya pensó) antes de considerar estas preguntas que los eventos inesperados de un objeto (máquinas, vehículos, etc.) o de otras personas podrían causar muchas más lesiones en comparación con la proporción de lesiones causadas por uno mismo. Incluso aquellas personas que ya han asumido que la mayoría de los incidentes relacionados con lesiones probablemente sean causados por los propios individuos, se sorprenden visiblemente al ver qué tan grande es esa proporción. La mayoría de las personas (más del 80 por ciento) nunca se han lesionado seriamente por un mal funcionamiento de una máquina o herramienta, o porque alguien más hizo algo inesperado. En otras palabras, usted mismo ha causado casi el 100 por ciento de sus lesiones graves.
Más de tres millones de personas han explorado estas líneas de pensamiento en conversaciones con nosotros y en nuestros talleres. El simple hecho de reflexionar sobre su propia experiencia vivida de accidentes confirma una de las lecciones más poderosas sobre seguridad que las personas pueden aprender: la verdadera causa de la mayoría de los accidentes o lesiones somos nosotros mismos.
A medida que cada individuo configura su propia pirámide de riesgo personal (ver Figura 2) y piense en las tres fuentes de eventos inesperados, se produce una nueva forma de entender el lugar de trabajo. Por ejemplo, la realización puede transformar la actitud de aquellos que tienden a culpar a su entorno de trabajo (y por extensión, solo a la administración) de todas las lesiones relacionadas con el trabajo: el verdadero “culpable”, resulta que, somos nosotros mismos.
Esta idea no es negativa, por el contrario, de hecho una nueva mentalidad abre posibilidades emocionantes porque nos da el poder de mejorar dramáticamente la situación. Piense que si los accidentes fueran realmente causados por un mal funcionamiento o por la acción inesperada de alguien más, entonces nosotros mismos seríamos virtualmente impotentes, pero sabiendo que depende de nosotros, podemos hacer un cambio.
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Cuando Ud. le pregunta a la gente ¿Qué es más importante: peligro o error humano? obtendrá muchas perspectivas diferentes. Este artículo explora esas perspectivas e introduce una nueva forma de pensar sobre los peligros y la energía peligrosa.
#3 – La tercera dimensión de la evaluación de riesgos
Siempre ha sido difícil evaluar con precisión los peligros. Cuando se trata de seguridad laboral, la Matriz de Riesgos clásica debe extenderse por una dimensión. Aprenda por qué y cómo usarlo para mejorar la evaluación de riesgos.
"Suerte": a menudo usamos esta excusa cuando hablamos de accidentes y lesiones menores, sin embargo, observe detenidamente y encontrará que los accidentes y las lesiones tienen poco que ver con la suerte. Lea aquí lo que realmente hace la diferencia.
#5 – Equilibrio de la progresión, finalización eventual del juicio de seguridad y desarrollo de habilidades
Cuanto mejor somos en algo, menos nos lastimamos, pero si confiamos demasiado en la rutina, nos volvemos autocomplacientes, lo que conduce a consecuencias graves.
#6 – El patrón de riesgo de estado a error y el concepto de auto-activación
Con las técnicas de reducción de errores críticos, se pueden evitar los errores antes de que ocurran. ¿Cómo? Hemos desarrollado el concepto de auto-activación para tratar las condiciones emocionales y físicas, incluso antes de que ocurran errores críticos y lesiones.
#7 – La neurociencia detrás de las técnicas de reducción de errores críticos
Los errores ocurren más rápido que el pensamiento. Reaccionar en tiempo real es crucial. El entrenamiento de nuestra mente subconsciente es la base para la velocidad refleja. ¡Con las TRECs, la capacidad de reacción puede ser tan rápida como un rayo!
#8 – La continuidad de la autocomplacencia y “Cuándo” vs. “Qué”
Paradójicamente, cuanto más expertos somos, mayor es el riesgo de error, lesiones y accidentes. El hábito es el culpable: si no tenemos los ojos ni la mente en la actividad ni que sea por un momento, estamos "indefensos". Le explicamos cómo reaccionar de manera oportuna.
#9 – Decisiones críticas – Parte 1: Riesgo normal vs. hacer una excepción
Muchos accidentes y lesiones son el resultado de errores involuntarios, pero ¿qué pasa si somos conscientes de que estamos asumiendo un riesgo al "ignorar" una regla? He aquí por qué repetidamente tomamos malas decisiones cruciales y cómo podemos evitarlas.
#10 – Decisiones críticas – Parte 2: Riesgo deliberado y error
¿Cuándo tendemos a aumentar deliberadamente nuestro riesgo? ¿Qué riesgos preferimos sobre los demás? A menudo actuamos bajo la ilusión de tener todo bajo control, pero es muy frecuente que un error aumente significativamente nuestro riesgo de accidentes y lesiones.
#11 – Mejora la calidad, la eficiencia de la producción y las relaciones con los clientes
Ya sea detrás de una máquina, de un volante o de la mesa, los errores también ocurren en las actividades de rutina, en promedio de 15 a 30 por día, afectando la calidad y la eficiencia de la producción. Con el enfoque correcto, el potencial de mejora es del 40 por ciento.
#12 – Lo que realmente causa prisa y una perspectiva diferente sobre el compromiso de los empleados
Incluso con una buena planificación, es muy fácil tener prisa en la vida cotidiana. Las reales causas a veces pasan desapercibidas. Descubra los métodos que pueden soportar dramáticamente la prevención de errores, la eficiencia y el compromiso de los empleados.